domingo, 6 de julio de 2008

Bienes Públicos

Antes de que la tarde fuese arruinada por incidente lamentable, el vienés y yo veníamos discutiendo sobre la necesidad del Estado como proveedor de bienes públicos. El vienés estaba completamente en desacuerdo, pero como siempre me acusa de poner en su boca palabras que no ha dicho, prefiero esta vez que sea él quién muestre sus ideas en la parte de comentarios, para que así no me acuse de tergiversación.

Bienes públicos son aquellos que no son depletables o excluyentes. Es decir su consumo no disminuye la cantidad que hay de ellos y nadie puede ser excluido de su consumo. Un ejemplo sería una farola en la calle, nadie puede evitar que aquellos que caminen cerca de ella no aprovechen su luz ni tampoco esta disminuye la cantidad de luz que provee si ilumina a una persona al caminar y luego a otra. Los bienes públicos como en la mayoría de las teorías de las ciencias sociales son conceptos teóricos, pues en la práctica los bienes públicos puros no existen (la bombilla algún día se funde).

Los seres humanos necesitamos de estos bienes públicos. Todas las sociedades han creado mecanismos para su producción. Un ejemplo es la seguridad pública, los organismos que imparten justicia, la infraestructura urbana etc. Esta clase de bienes no pueden ser producidos por el mercado ya que hay una falla que lo impide. Esta falla se conoce como el problema del "free-rider" o el problema del polizonte. Un ejemplo, una señora se cayó los otros días en frente del autobús dónde estaba. La señora tiene unos 85 años de edad. Al caerse se golpeó la cara con el suelo y empezó a sangrar por una de las mejillas. Todos los que estábamos en el autobús nos quedamos mirando la escena, estoy seguro que todos queríamos ir a socorrerla, sin embargo pasaron unos minutos para que alguien del autobús saliera a ayudarla. ¿Por qué sucede esto? Muy sencillo, el ser humano espera que otro solucione el problema. Era una molestia para todos dentro del autobús, salir y pedirle al conductor que esperase y quizás tener que perder el autobús para socorrer a una desconocida, además que es innecesario ya que si todos salimos del vehículo es excesivo, basta que uno de nosotros bajase a ayudar a la anciana. Afortunadamente para la señora, había alguien en el autobús que el "costo" de verla tirada en el suelo era mayor que el beneficio de quedarse dentro del autobús y optó por ayudarla. Todos respiramos tranquilos dentro del vehículo con una sonrisa en el rostro, podíamos ir con nuestras conciencias tranquilas.

Un ejemplo económico para que vean de lo que hablo. En un pueblo, el 1% de sus habitantes ha sido robado y consideran que es necesario que algunos moradores del pueblo se dedique exclusivamente a vigilar. Por tal razón, deciden ir al consejo de la ciudad a solicitar contribuciones voluntarias para pagar estos servicios de seguridad adicionales. El 99% restante esta de acuerdo con la medida, pero como son tantos es posible que cada individuo piense "yo voy a contribuir tan sólo con 5 céntimos al mes, pues total somos tantos que alguien aportará el faltante" Al finalizar la contribución, los organizadores del evento observan que no tienen para costear al menos un vigilante pues todo el mundo ha actuado en su mayor beneficio. Es decir, si uno actúa tratando de maximizar sus ganancias, siempre tratará de pagar el mínimo posible y obtener el máximo de provecho. Hay varias soluciones ante esta situación. (1) no hacer nada y dejar que continúen los robos hasta que haya una mayoría que quiera producir el bien. (2) Aquellos que tienen deseos de proveer este bien se unen y obligan a aquellos que no lo quieren hacer (la creación de un gobierno). Este es precisamente el punto de nuestra discusión. Quizás no se le llamé Estado, tal y como se conoce hoy en día, pero si definitivamente constituye un modelo de gobierno. Aquellas comunidades en pueblos lejanos dónde las autoridades estatales ejercen poco su poder, crean entidades que tienen funciones muy parecidas a la de un estado. Por ejemplo utilizan mecanismos de coerción para obligar a los ciudadanos a contribuir en la producción del bien público. La coerción puede tener carácter social (ahí esta el ateo que no contribuye con el diezmo a la santa madre iglesia) o física (si no contribuyes con la cuota mensual en seguridad te tienes que ir de este pueblo o quemamos tu casa). Quizás no sea Estado, pero de que tiene similitudes con lo que hoy existe no hay quien lo ponga en duda. Los anarco-capitalistas (que pensé era lo que me iba a plantear el vienés) ofrecen una tercera vía de solución. Es la compra de todos aquellos que son free-riders para luego proveer el bien en cuestión. En esta situación, los habitantes que quieren contribuir, "compran" las viviendas de los que no contribuyen y los sacan del pueblo, no por la fuerza sino voluntariamente. Otra forma sería que un conjunto de capitalistas construya urbanizaciones cerradas (existen en mí país, no sé si en España) donde para poder vivir dentro de la comunidad es necesario asumir los costos de la vigilancia y la recogida de basura, así como el generador eléctrico para cuando hay cortes de electricidad. Nadie que no sea de la comunidad puede entrar a menos que sea previamente autorizado por uno de los moradores. Estas urbanizaciones están amuralladas y utilizan la tecnología más sofisticada de vigilancia (hay cámaras en todos los sitios). Las menos suntuosas contratan servicios de seguridad privada para que vigilen su propiedad aunque no pueden impedir que otros se aprovechen de esto. El problema del free-rider vuelve a surgir. Ejemplo mi casa, en frente hay una comunidad cerrada, y hay siempre un vigilante en la puerta. Nosotros no pagamos nada y sin embargo sacamos beneficio porque ningún ladrón irá a robar a nuestra casa con un vigilante al cruzar la calle observando toda la noche.

2 comentarios:

Tumbaíto dijo...

De veras que me quedo pasmado que la razón que uses para justificar el estado sea aquella ineficiencia que en mayor medida caracteriza al estado; no hay nada más adecuado para el gorroneo que los bienes públicos (piensa en lo bien que vivimos).

Hablas de una calle donde el noventa y nueve por ciento de sus propietarios quieren poner farolas y uno, no. ¿Qué ocurrirá? Supongo que los empresarios con dos dedos de frente calcularán si la cantidad que requiere esa obra les supondrá un mayor beneficio que cualquier otro negocio en el que podrían emplear ese dinero y si es así lo emplearán en poner farolas (y se lamentarán de no haber sacado aún más dinero por no ser capaces todos de colaborar más eficazmente (o sea, de no estar en el cielo (si eres creyente) o no tener huevos para suicidarte (si eres ateo))).

Y si esa calle por la necedad de sus propietarios se convierte en un mal negocio para ellos, ¡será una maravilla para otros!

Los de la calle contigua estarán encantados con los beneficios que les reporte ser vecinos virtuosos.

Aunque la verdad es que no creo que eso sea posible con la calles más importantes pues son vías de creación espontáneas (o sea "res sine domino" y apropiadas de manera ilegítima por los maleantes (alias estado).

La mayoría diría que una calle es un bien "fuera del comercio" (en latín, extra commercium) pero lo que todo el mundo quiere garantizar de algunas vías se consigue creyendo que son "res sine domino" que es menos comprometido que creer que son "extra commercium".

Por cierto, una cosa es una res nullius (o sea algo que no es de nadie y que quien "la pilla se la queda" y otra una "res sine domino" que es la situación por ejemplo de una herencia yacente.

Anónimo dijo...

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