martes, 4 de diciembre de 2007

Lo políticamente incorrecto y el derecho a discriminar

Vivimos una sociedad llena de prejuicios y de culpas. Negarlo sería de tontos. Sin embargo, observo, con cada vez más preocupación el hecho de que tenemos cierta tolerancia a la intolerancia si ésta proviene de grupos que históricamente han estado sujetos a humillaciones por parte de grupos mayoritarios. Ejemplos hay un montón: Don Imus ha sido despedido hace unos meses de la CBS por los comentarios racistas que hizo sobre un grupo de jóvenes afroamericanas de basketball de la universidad de Rutgers. El público norteamericano, con razón, quedo asqueado de los epítetos empleados por este energúmeno. No obstante, varios comediantes afroamericanos han utilizado el incidente para hacer bromas de muy mal gusto y sin embargo, nadie se inmuta. Los comentarios hechos por algunos de estos "comediantes" podrían considerarse incluso peores que los utilizados por Imus. Pero ellos son afroamericanos, y por lo tanto tienen el derecho de denostar la reputación de cualquier persona. Lo mismo sucede aquí en Europa, la gente se escandaliza cuando las autoridades de una plantel escolar rechazan que una estudiante asista a clases con un velo, o cuando las autoridades sin razón detienen o maltratan a una persona simplemente por su origen étnico. Pero, se maneja con mucha delicadeza lo que esta ocurriendo ahora mismo en Sudan con la profesora que permitió a sus estudiantes de primaria utilizar el nombre del profeta al referirse a un oso de peluche que ella había traído a clases. Simplemente un faux pas que con una simple llamada de atención se hubiese solucionado.

En esta edición de gran hermano, por ejemplo, uno de los concursantes se despacha a gusto contra aquellos con una orientación sexual diferente a la de él. Pero, como es africano e islamita, todo el mundo dice "hay que entenderlo, pues es de otra cultura." Si es cierto, así como los afrikaners de Sudáfrica son de otra cultura o los hindúes que asesinaban a sus mujeres luego que fallecía el marido son de otra cultura. La cultura no puede ser una excusa para el abuso contra las minorías. Hay principios de convivencia que están por encima de nuestras concepciones culturales. ¿Dónde trazamos la raya? ¿ En qué punto decimos esto transgrede el mínimo de tolerancia para una convivencia pacífica en sociedad ? Quizás no sea yo el más indicado para señalarlo, pero me atrevería a sugerir que toda conducta encaminada a discriminar negativamente a un segmento de la población por cualidades que ésta posea y que no dañan a nadie debería ser rechazada de la forma más enérgica.

1 comentario:

Tumbaíto dijo...

¿Y si lo que daña no es lo que hacen sino lo que dejan de hacer?