Bueno, en la entrada anterior creo que me fui de profundo, en esta ocasión quiero traerle un tema un poquito más light. Se trata del viaje que realicé recientemente a la ciudad de las luces, Paris. Como se habrán dado cuenta mis amigos más cercanos, no he parado de hablar de los encantos de esta maravillosa ciudad europea, que me ha dejado perplejo y con unas ganas locas de aprender francés. Considero, que si en alguna ocasión nos visitasen seres de otros planetas, y se tuviera que escoger una ciudad en el mundo para darle acogida, lo justo sería seleccionar esta fabulosa ciudad gala. Me parece que París, con sus encantos y sus defectos, es la ciudad que mejor impresión pudiese causar a cualquier visitante intergaláctico.
Ningún viaje, debe estar exento de una pequeña aventura, es decir situaciones memorables que hagan del paseo algo excitante digno de recordar. Si no es así, vuelva a tomar el avión, pues usted no ha viajado como se debe. Afortunadamente, yo cumplí mi misión, viaje, goce y tengo muchas cosas que comentarles. He escogido entre todas ellas lo que me pasó a mi llegada a esta hermosa ciudad.
Cuando llegué a Paris, estaba un poco asustado por varias razones. Primero no sé hablar francés, yo sólo sé inglés y español. He escuchado que a los franceses no les hace ninguna gracia la expresión "Vous parlez anglais?" Así que estaba mentalizado a que me iban a poner mala cara en más de una ocasión. También sería mi primera vez en un hostal, yo como niñito mimado de clase media latinoamericana, desconocía lo que es un hostal, y eso de dormir con extraños y dejar tus pertenencias a la vista de todos. Me preocupaba muchisimo, yo soy muy obsesivo con la limpieza (casí enfermizo) me aterrorizan los baños sucios y además ronco como una bestia (los gorditos roncamos mucho). Compré unas tiritas para ponermelas en la nariz, con la esperanza de que mis ronquidos fueran al menos soportables, pues según mi vecino de cuarto, cada vez que ronco pareciera que alguien me estuviese ahorcando y quitándome el aire.
A mi llegada a Paris me recibió Igor, un francés muy majo que hablaba también español. El individuo me comentaba de las bondades de mi habitación, que tenía la mejor vista, (estaba en un sexto piso) y que tenía televisión e internet. Cuando yo llegué al hostal, que esta ubicado en Montmatre, lo primero que observe fue la lata de sardinas que tenía como ascensor. Hubiese tenido un kilo más y no hubiese podido entrar. Supuestamente era para tres personas, si, seguro, para tres hobbits, muy delgados. Al entrar a la espantosa habitación mi corazón se retorció. Por todos los angeles del cielo!!!, que asco. Todo tirado, latas de cerveza y vino por donde quiera, unos panties colgados en la ventana y encima de eso me pusieron en un camarote en la parte de arriba. Yo no podía creerlo. Le dije a Igor que me pusiera debajo, por que no es verdad que yo iba a trepar hasta arriba, él me dijo que no me preocupara, que quizás en la noche ya todo estaría solucionado. Y el baño, señores, la tasa del toilet sucia, y pelos nadando libremente en la bañera en una agua jabonosa. Igor me dijo que iba a hacer el aseo de la habitación, yo le dije que me iba ir y que quizás vendría muy en la noche.
Al salir del hostal, con la cara más larga decidí mandar todo al carajo y disfrutar París. Total, en el hostal solo iría a pernoctar, sobre unas sábanas que traje de mi casa y si era necesario me cambiaría de hostal o alquilaría una habitación en algún sitio para bañarme. Decidí conocer Marais, pues parecía que iba estar muy animado, ya que era el día del Orgullo Homosexual y seguro que iban a tener unos buenos Dj's tocando y un buen desfile. Caminé por todo el Marais, conocí la casa de Victor Hugo, estuve en la zona más fina del barrio (Place des Voges) luego continué caminando y llegué a la Bastilla, donde había un gran monton de gente bailando al ritmo del Dj. El piso estaba cubierto de botellas de vidrio, por lo que no me acerque mucho, pero si pude disfrutar del "
beat" de la musica house que allí se tocaba.
Al finalizar el espectaculo decidí dar un paseo por el Louvre, tomé el metro y a una estación (o dos?) ya estaba en el increible museo. Al otro día era gratis, así que opté por tomar unas fotos de los alrededores de noche. Me dolían un poco los pies así que me apoyé en un poste de electricidad y descansar un poco (esto al final del jardín contiguo al Louvre). Adivinen a quién ví. Pues a Jude Law y a la que creo que era Sienna Miller, una rubia bajita. Jude me vió con la camara detrás de un poste de luz, me imagino que pensaba que era un paparazzi, y me dió una mirada reprobatoria. No le saqué ninguna foto, no me atreví. Quizás hoy tendría 10,000 euros en mi cuenta corriente, pero no sé, me acojoné. Los vi correr, como si los estuviera persiguiendo el mismo diablo y entrar al Café Marly.
Luego de este incidente, me fui por la plaza de Concordes y decidí entrar al Buddha Bar parisino a escuchar un poco musica chill-out y tomar una bebida exótica. Entre al famosisimo bar y me dí cuenta de dos cosas. Uno, la musica estaba muy buena y dos el servicio es pésimo. El trago más barato en el Buddha, cuesta unos 17 euros, al parecer los dueños del local estan muy aferrados a lo material y nada tiene que ver con las enseñanzas del maestro indio. Compré un smoothie de frutas tropicales mezclado con un licor (no me acuerdo cual licor era) lo cierto es que sabia muy parecido al que me preparaba Doña Fefa en un puestecito de jugos en mi país de origen. (Doña Fefa los vende a 50 centimos de euro, y si tu eres cliente regular te da un poquito más cuando se te acaba) Mientras estaba en la barra, se armó una discusión entre dos turistas americanos y uno de los bartmans. El bartman, muy grocero les pedía que le cediera la silla para que una dama se sentara, la cual estaba acompañada de un hombrecito de lo más prepotentico. Los americanos le decían que no, que ellos tenían esa silla desde las siete de la tarde (eran más de las diez) y que ellos eran clientes del sitio (se gastaron como unos 150 euros en bebidas) . El francés les preguntó si ellos no eran caballeros, a lo que los americanos respondieron que no. Al final los gringos llamaron al dueño, se quejaron, el dueño les pidió disculpas y luego se fueron. Luego de irse, el bartman tomo la silla se la dió a la tipa y estaba muerto de la risa. Yo me acerque al dueño y le dije que el jodio bartman era un necio y que el trato a los clientes dista mucho de lo que yo esperaba, y también me fui. Lo único que supe es que el dueño estaba furioso y llamó aparte al bartman. No sé que pasó después.
Finalmente decidí caminar por Champs-Elysee y conocer el Arco del Triunfo. Me tóme como unas 5 fotos y luego pensé que no quería coger para el hostal. Así que había que conseguir una buena discoteca para pasar la noche. Sobre la avenida me encontré con la Queen. Un sitio que originalmente era sólo para gays y lesbianas pero que ahora esta abierto para todo tipo de público. Pagué los 25 euros que pedían de cover, sin observar cual iba a ser el Dj de la noche. Baile como un maniatico, estaba sólo, pero en seguida conseguí quien me siguiera, pues había unas gringas y unos gringos todos borrachos que bailaban alrededor de este gordito acomplejado como si yo fuese Bradd Pitt (lo que hace el alcohol) . Como a las 3 de la mañana llegó Boy George y eso fue increíble. No sé si estaba narcotizado por el ambiente o era que estaba super happy, pero me pareció Boy George, fue un excelente Dj. Estuve en el local hasta las siete de la mañana. A esa hora me despedí de estos
party monsters y opté por ir al hostal de la M. Cuando llegué todo esta recogido, el baño era descente, los gringos todos se estaban levantando y mirandome como diciendo, "hey tio, que estuvo buena la fiesta a noche." Yo apestaba a tabacco y tenía los ojos rojos como un tomate. Me bañé, metí toda la ropa en una bolsa y me dormí por dos horas. A las 10 de la mañana esta en el Louvre, de nuevo, comenzaba una nueva jornada.