jueves, 29 de noviembre de 2007

I' am back, baby!

Hello, fellows, I am back. Luego de un periodo de "oscuridad" en donde los diversos compromisos académicos y de la rutina me tenían alejado de mi querido blog, he vuelto a escribir. Esta vez quiero cambiar un poco el enfoque, y hacer mis comentarios menos largos. Muchas cosas han ocurrido en mi vida y en el mundo y me considero con el derecho de externar mi opinión sobre alguno de estos asuntos.

Me quiero referir a la gran tragedia que viven hoy los pueblos de América. América, un continente que ha sido maldecido por una gran cantidad de recursos, una vez más desaprovecha la oportunidad que le presenta la historia y decide abrazar el populismo empalagoso que sólo le llevará por el camino de la ruina. Hemos tenido la mala fortuna de contar una gran cantidad de recursos naturales, los cuales son aprovechados por caudillos locales para perpetuarse en el poder y con ello condenar a una gran cantidad de personas a lo más terrible: la mediocridad.

Confieso que ya no tengo esperanzas, pues quienes tuvieron la oportunidad de cambiar las cosas (aquellos gobiernos "neoliberales" de principios de los 90) lo que han hecho ha sido un desastre mayúsculo. Hemos observado, corrupción, nepotismo, procesos de privatización mal llevados, reformas económicas hechas a medias tintas o conducidas a un extremo superior al necesario. No todo ha sido su culpa, organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial también tienen que ver en este asunto, pues las recetas no funcionan siempre y quizás "los tiempos de cocción son distintos en cada lugar." Hoy día, los candidatos más sensatos prometen cosas que saben que no podrán cumplir, pues están supeditados a las directrices de las grandes multinacionales y organismos internacionales, a presiones locales tanto a lo interno como fuera de su partido, a compromisos de campaña y acuerdos bilaterales y multilaterales suscritos por anteriores administraciones que tuvieron una visión miope de la historia. En fin, el presidente de una "República Bananera" ya no tiene poder y es simplemente una figura decorativa.

¿Y que nos queda? Pues ante tanta desesperanza, engendrada por un aumento de la pobreza y de la desigualdad (la teoría del derrame ha fracasado) , la cual se traduce en un aumento de la delincuencia en las ciudades latinoamericanas, no nos ha quedado de otra que aferrarnos a estos "falsos profetas" que pregonan cambios fantásticos, mano dura, equidad social y bienestar para la población en general a cambio de ceder "un poco" de nuestra libertad personal. No dejan de repetir los mismos errores que sus antecesores de las décadas de los ochenta y setenta, pero somos un pueblo de desmemoriados. No nos acordamos de nada, ni de las luchas que se llevaron a cabo en latinoamerica para restaurar el derecho al voto, ni el respeto a los derechos humanos. Somos un pueblo de estúpidos, pues creemos que los líderes políticos son como el mesías, un sólo individuo es capaz de resolver todos nuestros problemas.

¿Qué podemos hacer? No mucho. Primero, la clase pensante no gobierna, y si lo hace titubea. En República Dominicana hay un dicho que dice "El malcomío no piensa" por lo que si los pobres eligen, estamos jodidos. Si dejamos que la elite elija entonces permanecemos en un Status quo insoportable. Lo único que podría salvar a América Latina es reconocer nuestras raíces y estar claros que los gobiernos grandes no sirven para nada. El estado benefactor es insostenible. Pero el mercado tampoco funciona, por lo que debe estar fuertemente vigilado. Se debe fomentar la competencia, eliminando trabas ficticias, disminuyendo impuestos y nivelando la industria local que compite en desventaja con multinacionales por cuestiones impositivas. Un estado pequeño, un sistema de regulación fuerte a la estadounidense es lo único que nos puede salvar. Es mi opinión, están libres de disentir.