miércoles, 28 de mayo de 2008

viernes, 23 de mayo de 2008

lunes, 19 de mayo de 2008

¿Por qué fallan los mercados?

Esta historia se encuentra en uno de los capítulos del libro "El economista camuflado" de Tim Harford y éste a su vez la extrajo del libro de microeconomía intermedia de Hal R. Varian. El relato muestra como una falla del mercado libre puede afectar a la sociedad y por qué este no representa la panacea que aseguran tantos economistas. La falla proviene de lo que se conoce como "poder de mercado" o lo que Harford denomina "poder de la escasez". En ella los agentes económicos están utilizando una discriminación de tercer grado. Este fragmento se refiere al comienzo de las transportes ferroviarios en Francia:

La razón por la que algunas empresas ferroviarias tienen vagones sin techo y con bancos de madera no es que tendrían que gastar unos pocos de miles de francos en la colocación del techo o en tapizar los asientos... Lo que las empresas intentan es impedir que los pasajeros que pueden pagar la tarifa de segunda clase viajen en tercera. Maltratan al pobre, no porque quieran lastimarlo, sino porque quieren amedrentar al rico... Y, otra vez, se trata de la misma razón por la cual las empresas, tras haber mostrado un trato casi cruel con el pasajero de tercera clase y tratado mezquinamente a los de segunda clase, es generosa cuando se trata de clientes de la primera clase. Después de negarle a los pobres lo necesario, les brinda a los ricos lo superfluo.

Harford Tim. "El Economista Camuflado" página 69.

Hoy en día esta práctica continua en las más diversas formas. Por ejemplo en la industria aérea. Los asientos de los que viajan en clase económica se hacen estrechos y con un espacio muy reducido entre el asiento y el respaldo del asiento de adelante. Pero no lo hacen con la finalidad, de ahorrar espacio o disminuir costos. La razón principal estriba en enviar una señal a aquellos pasajeros que pueden pagar un asiento de primera clase, para que así lo hagan, si la diferencia entre primera y segunda no es notoria, entonces estos pasajeros no tendrían los incentivos suficientes para adquirir un boleto en primera clase. Por esta razón la comida en segunda clase se hace de mala calidad, los pasajeros de primera siempre abordan y salen del avión primero y las azafatas y recargos son más amables con los de primera (nunca son los mismos). Simplemente, lo que las líneas aéreas desean es que el viajero se "autodiscrimine" seleccionando el producto que va orientado a él.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Es preferible la muerte

Hola, al fin regreso, luego de unas prolongadas vacaciones, vuelvo a escribir en mi blog. Desde luego tengo un montón de ideas frescas que deseo plasmar en los próximos meses.

Desde siempre he pensado que luego de viajar uno regresa con otra visión de la realidad. El cambio de ambiente favorece al análisis de la vida misma con una perspectiva diferente. Durante los meses que pasé fuera tuve una pesadilla recurrente, la cual refleja uno de mis mayores temores.

En mi sueño tenía unos 40 años de edad, tenía el pelo canoso, iba de camino al trabajo, daba clases en una universidad de una ciudad mediana de España. Compartía el piso con otras personas, las cuales me caían muy mal. No tenía dinero para comprar un piso y vivir solo. Sin embargo, me encontraba muy solo. En mi sueño sabía que mis compañeros de clase se habían casado, tenían hijos y vivían en sus propias viviendas muy lejos de España. De repente, me invade una melancolía extrema y empiezo a llorar, luego decido cruzar una calle y esperar a que un autobús de transporte urbano me mate.

No hace falta ser un Sigmund Freud, para analizar este sueño. Realmente, le tengo mucho miedo a la mediocridad. Esa vida supuestamente "apacible" que muchos ciudadanos de Europa añoran me resulta ínsipida. No lo aguantaría ni un sólo instante. Prefiero ser pobre a vivir una vida como la de mi sueño, al menos tendría esperanza, pero estar en esa medianía, en ese limbo maldito en el que sólo se vive el presente es abominable. Hay mucha gente en España que se encuentra atrapada en esta situación. Seres que deambulan por las calles, sin ningún propósito en la vida nada más que esperar la vejez para cobrar una pensión de mierda y luego morir. España dista mucho de ser la super potencia que en Latinoamérica se percibe de ella. Aquí no hay sueño americano, más bien hay pesadilla europea, como esas películas lentas que suelen filmarse por acá donde una toma parece interminable.

Por tal razón, he pensado hacer limonada, que es lo que se me da mejor, (si la vida te da un limón...) A mi regreso al viejo continente vengo con nuevas ideas, propósitos puntuales, más ambición. Pienso integrarme a la sociedad en donde vivo de una forma diferente. Ya no me importa encajar, ni llevar una vida más placentera. Al diablo con el disfrute, que viva el estoicismo. Voy a comportarme como lo que soy, un latinoaméricano en Europa, y si algo tenemos nosotros es que estamos en una competencia permanente con nuestro prójimo a fin de mejorar nuestra situación actual. Estaré en perpetua disconformidad, ya no me interesan los pequeños placeres de la vida, sólo me interesan los grandes. Creo que es la única forma de progresar y no caer en la temida mediocridad. Definitivamente, tengo unos nuevos principios.